El Papa Francisco visitará México en
febrero del 2016. El Pontífice me simpatiza, es inteligente, afable y, a su
manera, un reformador de la Iglesia. Pero si visita nuestro país, cometerá un
error; involuntariamente, se convertirá en un instrumento de la propaganda de
Los Pinos.
Francisco es Jefe de Estado del
Vaticano y, a la vez, cabeza del la Iglesia Romana. Su visita no es relevante
porque el Vaticano sea un país poderoso y rico que piense invertir en México.
El Papa es importante por su autoridad moral y espiritual sobre millones de
católicos. No lo olvidemos, el catolicismo sigue siendo muy influyente en
México. Además, gracias a su sencillez, Francisco goza de enorme prestigio en
los medios de comunicación y en la población. Por si fuese poco, Francisco ha criticado
duramente el capitalismo y ha impulsado la preocupación de la Iglesia por los
pobres y los marginados.
Por su parte, el gobierno de Peña está
urgido de legitimación; necesita remozar su maltrecha imagen. Es obvio que la
visita papal le ofrece la posibilidad de recibir un espaldarazo del jefe de la
Iglesia Católica. El equipo de comunicación de Peña sabe que a millones de
mexicanos les emocionará ver a la Pareja Presidencial cerca del Papa.
Ciertamente, el Papa tuvo un desliz
hace algunos meses. ¿Se acuerdan? Previno a Argentina contra el riesgo de “mexicanizarse”, es decir, de llenarse de
narcoviolencia. La Secretaria de Relaciones Exteriores puso el grito en el
cielo. En México todo marcha bien. ¿Cómo se atreve el Pontífice a cuestionar la
paz que reina en nuestro país? La diplomacia vaticana tomo nota del asunto.
Sería, en efecto, un duro golpe para
Peña que durante su visita a México, Francisco cuestionara las estrategias que
han propiciado la desigualdad económica y la inseguridad. ¿Se atreverá el Papa
a poner el dedo en el renglón? Lo dudo; no es su papel como Jefe de Estado de
visita oficial en un país extranjero.
Si el Papa Francisco cuestionara al
gobierno mexicano, se metería en un grave problema diplomático. Pero si no lo
critica abiertamente, su silencio será un “bendición” tácita al Presidente. El
que calla, otorga. La maquinaría oficial capitalizaría la cordialidad del Papa hacia
Peña; Los Pinos se beneficiarían de la popularidad de Francisco.
Lamentablemente, algunos obispos mexicanos ven en la visita papal una
oportunidad de codearse con la élite gobernante. No serán ellos quienes prevengan al Papa.
Sapere
aude!
@hzagal
debemos tener precaución con aquellos "populistas" y sus decisiones
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