Ayer me escapé a ver El pasante de moda (The Intern, Warner Bros. 2015). La película es cursi y palomera, pero
bien hecha. Ben Whittaker (Robert de Niro) es un viudo de 70
años, saludable, simpático y jubilado con una jugosa pensión. Aburrido de su
retiro, Whittaker aprovecha una inaudita oportunidad como “becario” en una
empresa de ropa que se vende en internet. La compañía, deseosa de cumplir con
las cuotas de lo políticamente correcto, lo contrata como asistente de la
directora general y fundadora del negocio, Jules Ostin (Anne Hathaway). La chica, guapa, creativa y eficaz, mira a Niro
con desprecio. ¿Qué demonios hace un viejo de 70 años trabajando en una empresa
posmoderna? La historia es previsible. La experiencia y carisma de De Niro lo
convierten en el empleado estrella de la compañía. Por si fuese poco, el
“becario” se convierte en el consejero matrimonial de Ostin.
Pero la vida no es
así. En el mundo real, los viejo sobramos. ¿Les conté? ¿Hace unos meses, una
importantísima revista de México me pidió una entrevista? Hasta ahí todo bien; pero luego me abollaron
el ego. ¡Auch! El editor general se enteró de mi edad y declinó publicarla, porque “no
era la imagen que quería dar a sus lectores”. Eso sí, el editor tuvo la
gentileza de enviarme mi casa una caja de botellas de vino como desagravio.
Pero “palo dado, ni Dios lo quita”.
Quienes tenemos más
de 40 años sobramos en las empresas. Para un "decrépito anciano" de 50 años es
prácticamente imposible conseguir empleo. Así de claro. Lo demás es dorar la
píldora. Uno de los sectores más discriminado en México son lo mayores de 50
años. De poco importa que sean trabajadores, honestos, saludables y
experimentados. En el mercado laboral de nuestro país los viejos estamos de
más.
Lo más absurdo: pronto
seremos un país de viejos. El gobierno viene anunciando la catástrofe. En
unos años, no habrá dinero para dinero para pagar las pensiones de los (pocos)
afortunados que gozaremos de ellas. ¿No
sería razonable alargar la vida laboral
de quienes a sus 65 años aún pueden y quieren trabajar? Dejemos de hacernos
tontos, la vejez es tan mal vista por los jóvenes que se han inventado el
término “adulto mayor” o “adulto en plenitud” para evitar la palabra obscena
“vejez”.
La vejez que nos
espera es amarga y miserable, a menos de que logremos reposicionar el valor de
la experiencia. ¡Viejos de todo el mundo! ¡Uníos! Si nosotros hicimos este
mundo, no tenemos porque ser expulsados del mundo laboral. Y ustedes, jóvenes,
recuerdan el adagio “Como te ves, me vi; como me ves, te verás”. No sean
tontos, no caven su propia tumba.
Sapere aude!
@hzagal