martes, 6 de septiembre de 2016

15 motivos para no celebrar con Peña el 15 de septiembre



1.   La Casa Blanca y las ridículas disculpas del Presidente de la República por haber dado la "impresión" de un comportamiento "incorrecto".
2.    La inseguridad cotidiana que se refleja en la cantidad de escoltas que necesita  la alta burocracia
3.    La frivolidad y arrogancia del "La Familia Imperial" de Peña pagada por nuestros impuestos
4.   Las promesas que él sabía que no iba a poder cumplir, por ejemplo, la gasolina barata.
5.  La miseria maquillada: la pobreza se abate incrementando el ingreso, no modificando los parámetros de medición.
6.    Los viajes faraónicos al extranjero, mientras faltan medicinas en el Seguro Social
7.    Su oposición al incremento del salario mínimo, al tiempo que sus guardaespaldas se cuentan por docenas
8.    Amedrentar y espiar a  escritores y periodistas críticos
9.    Su absurdo gasto en publicidad, en lugar de combatir  la corrupción
10. Su moralismo hipócrita sobre el uso recreativo de la mariguana. ¿Les hacemos el antidoping a sus colaboradores?
11. La aplicación selectiva de la justicia: encarcela a Elba Esther Gordillo y tolera a otros rufianes sindicales.
12.  La desastrosa invitación a Trump a Los Pinos: error de cálculo, que ahora intenta remediar decapitando a Luis Videgaray, su Gran Visir, quién debió de haberse ido desde el escándalo de la casa de Malinalco, análogo a la "casa blanca" de las Lomas.
13. El cacareado combate al narcotráfico que deja intacta las estructuras del narcomenudeo. ¿No le han dicho donde se puede comprar droga al menudeo?
14. Añado un motivo muy personal: su vergonzoso paso como estudiante y profesor de la Universidad Panamericana, pues quienes estudiamos y trabajamos en esta Universidad cargamos ahora el lastre de sus "errores metodólogicos"  (la tesis...). 
15. Finalmente, su trabajo trivial y superficial que hace de Peña un funcionario desechable, cuya renuncia inmediata no dañaría a ningún mexicano, excepción de su familia y séquito.



martes, 3 de noviembre de 2015

¿Qué sacará Peña de la visita del Papa a México?



El Papa Francisco visitará México en febrero del 2016. El Pontífice me simpatiza, es inteligente, afable y, a su manera, un reformador de la Iglesia. Pero si visita nuestro país, cometerá un error; involuntariamente, se convertirá en un instrumento de la propaganda de Los Pinos.

Francisco es Jefe de Estado del Vaticano y, a la vez, cabeza del la Iglesia Romana. Su visita no es relevante porque el Vaticano sea un país poderoso y rico que piense invertir en México. El Papa es importante por su autoridad moral y espiritual sobre millones de católicos. No lo olvidemos, el catolicismo sigue siendo muy influyente en México. Además, gracias a su sencillez, Francisco goza de enorme prestigio en los medios de comunicación y en la población. Por si fuese poco, Francisco ha criticado duramente el capitalismo y ha impulsado la preocupación de la Iglesia por los pobres y los marginados.

Por su parte, el gobierno de Peña está urgido de legitimación; necesita remozar su maltrecha imagen. Es obvio que la visita papal le ofrece la posibilidad de recibir un espaldarazo del jefe de la Iglesia Católica. El equipo de comunicación de Peña sabe que a millones de mexicanos les emocionará ver a la Pareja Presidencial cerca del Papa.

Ciertamente, el Papa tuvo un desliz hace algunos meses. ¿Se acuerdan? Previno a Argentina contra el riesgo de  “mexicanizarse”, es decir, de llenarse de narcoviolencia. La Secretaria de Relaciones Exteriores puso el grito en el cielo. En México todo marcha bien. ¿Cómo se atreve el Pontífice a cuestionar la paz que reina en nuestro país? La diplomacia vaticana tomo nota del asunto.

Sería, en efecto, un duro golpe para Peña que durante su visita a México, Francisco cuestionara las estrategias que han propiciado la desigualdad económica y la inseguridad. ¿Se atreverá el Papa a poner el dedo en el renglón? Lo dudo; no es su papel como Jefe de Estado de visita oficial en un país extranjero.

Si el Papa Francisco cuestionara al gobierno mexicano, se metería en un grave problema diplomático. Pero si no lo critica abiertamente, su silencio será un “bendición” tácita al Presidente. El que calla, otorga. La maquinaría oficial capitalizaría la cordialidad del Papa hacia Peña; Los Pinos se beneficiarían de la popularidad de Francisco. Lamentablemente, algunos obispos mexicanos ven en la visita papal una oportunidad de codearse con la élite gobernante.  No serán ellos quienes prevengan al Papa.
Sapere aude!

@hzagal

domingo, 25 de octubre de 2015

¡Viejos de todo el mundo! ¡Uniós!


Ayer me escapé a ver El pasante de moda (The Intern, Warner Bros. 2015). La película es cursi y palomera, pero bien hecha. Ben Whittaker (Robert de Niro) es un viudo de 70 años, saludable, simpático y jubilado con una jugosa pensión. Aburrido de su retiro, Whittaker aprovecha una inaudita oportunidad como “becario” en una empresa de ropa que se vende en internet. La compañía, deseosa de cumplir con las cuotas de lo políticamente correcto, lo contrata como asistente de la directora general y fundadora del negocio, Jules Ostin (Anne Hathaway). La  chica, guapa, creativa y eficaz, mira a Niro con desprecio. ¿Qué demonios hace un viejo de 70 años trabajando en una empresa posmoderna? La historia es previsible. La experiencia y carisma de De Niro lo convierten en el empleado estrella de la compañía. Por si fuese poco, el “becario” se convierte en el consejero matrimonial de Ostin.

Pero la vida no es así. En el mundo real, los viejo sobramos. ¿Les conté? ¿Hace unos meses, una importantísima revista de México me pidió una entrevista?  Hasta ahí todo bien; pero luego me abollaron el ego. ¡Auch! El editor general se enteró de mi edad y declinó publicarla, porque “no era la imagen que quería dar a sus lectores”. Eso sí, el editor tuvo la gentileza de enviarme mi casa una caja de botellas de vino como desagravio. Pero “palo dado, ni Dios lo quita”.

Quienes tenemos más de 40 años sobramos en las empresas. Para un "decrépito anciano" de 50 años es prácticamente imposible conseguir empleo. Así de claro. Lo demás es dorar la píldora. Uno de los sectores más discriminado en México son lo mayores de 50 años. De poco importa que sean trabajadores, honestos, saludables y experimentados. En el mercado laboral de nuestro país los viejos estamos de más.

Lo más absurdo: pronto seremos un país de viejos. El gobierno  viene anunciando la catástrofe. En unos años, no habrá dinero para dinero para pagar las pensiones de los (pocos) afortunados que gozaremos de ellas.  ¿No sería razonable alargar  la vida laboral de quienes a sus 65 años aún pueden y quieren trabajar? Dejemos de hacernos tontos, la vejez es tan mal vista por los jóvenes que se han inventado el término “adulto mayor” o “adulto en plenitud” para evitar la palabra obscena “vejez”.

La vejez que nos espera es amarga y miserable, a menos de que logremos reposicionar el valor de la experiencia. ¡Viejos de todo el mundo! ¡Uníos! Si nosotros hicimos este mundo, no tenemos porque ser expulsados del mundo laboral. Y ustedes, jóvenes, recuerdan el adagio “Como te ves, me vi; como me ves, te verás”. No sean tontos, no caven su propia tumba.

Sapere aude!

@hzagal

martes, 20 de octubre de 2015

PRI: los recuerdos del porvenir


La sagacidad y eficacia del PRI para recuperar el control del país es sorprendente. No creo en los complots ni conspiraciones, pero a veces pienso que alguien diseño la agenda para neutralizar los contrapesos que limitan al Presidente.  Asistimos a la restauración del presidencialismo, cuyo brazo ejecutor es el partido tricolor. Es como una máquina del tiempo; estamos regresando a los años 50. Poco a poco, el aparato del Estado se va alineando al Ejecutivo Federal. Por ejemplo, una de las primeras acciones de los legisladores priístas fue desmantelar el (maltrecho) servicio civil de carrera que (tímidamente) Vicente Fox intentó poner en marcha. El mensaje del PRI fue contundente. En la burocracia federal no hay espacio para la oposición.
       Los gobernadores gastalones y derrochadores, que durante los sexenios panistas se sintieron independientes, nuevamente son vasallos de la Capital Federal. La Secretaría de Hacienda tiene el derecho a controlar el endeudamiento de los estados “libres y soberanos”. El mando único de la policía (con el que estoy de acuerdo) apunta a la misma dirección; los gobernadores irán perdiendo poder. De IFT, mejor ni hablar. El INE da vergüenza; la mayoría de sus consejeros rinden pleitesía el PRI y su Patiño, el Partido Verde. El sindicato de PEMEX no dijo ni pío con la reforma energética. Encarcelada Elba Esther Gordillo, el SNTE regresó a su vieja vocación priísta. No nos hagamos bolas, la maestra está en la cárcel como escarmiento para los líderes sindicales que intenten moverse al margen del partido. El Presidente consiguió las reformas estructurales gracias a la estirpe priista del sindicalismo petrolero.
       Por su parte, las autoridades de las universidades públicas le han bajado a la crítica contra el gobierno federal. La influencia de  Presidencia también se siente en el Consejo de la Judicatura, pieza clave del Poder Judicial de la Federación. La inclusión de Medina Mora en la Suprema Corte anuncia el perfil de los nuevos ministros.  El PRI necesita presencia en la Corte, como antaño. Ya verán cómo los nuevos nombramientos cerrarán la pinza.
     Se ha dado poca atención a una próxima sede vacante: el INEGI. El periódo del Dr. Sojo cargo del instituto está por acabar. Al Gobierno Federal le urge acotar la autonomía INEGI; pues el instituto desmiente constantemente los “compromisos cumplidos” de Enrique Peña. El INEGI es algo más que una piedrita en el zapato; es un verdadero dolor de cabeza. Verán cómo se colocará a un incondicional a la cabeza de esa institución. Estamos a un paso de la restauración de la Presidencia imperial.
Sapere aude!

@hzagal

lunes, 29 de junio de 2015

De Reyes y Mirrreyes


El interés tiene pies y los del rey Felipe VI de España ya hasta caminan sobre las aguas trasatlánticas. En su primera visita de estado a un país latinoamericano, el rey tendrá una agenda muy importante. México es una parada estratégica para el capital español, y la visita real termina por ser más importante para España que para nosotros mismos.

Al rey Felipe VI le urge potenciar las inversiones españolas en un territorio tan fértil como el mexicano. Todo para llevar un poco de aire a la asfixiada economía española. Esto, de paso, le servirá para darle una barnizadita a la lastimera imagen de la corona española.

Como sabrán, el padre de Felipe VI, don Juan Carlos, se fue a cazar elefantes a África, mientras los leales súbditos de la corona padecían las tormentas de la crisis. Ese fue el primer trancazo. Luego vinieron más enredos. El cuñado de Felipe, Iñaki Urdangarin, ha sido acusado de malversación de fondos públicos. La hermana del rey, Cristina, también salió embarrada.  Fue la gota que derramó el vaso. Esto por poco se sale de control, así que la abdicación del rey Juan Carlos fue un formidable cálculo de daños. Salir lastimados, pero no tanto…

Ahora, Felipe VI se dedica a reparar el daño que le heredaron. Primero, le retiró el Ducado de Palma a su propia hermana Cristina, a causa de sus imputaciones judiciales. Ni siquiera la invitó a la proclamación real de hace un año. Felipe VI rebajó, además, el presupuesto anual para la familia real y empujó la transparencia de Palacio. Pero lo más importante, prohibió a la Familia Real a asociarse con empresas y hacer negocios particulares. Quiere evitar los conflictos de interés.

No digo que estos gestos sean de genuino remordimiento. Pero sí creo que es lo mínimo que tiene que hacer una institución cuando ha sido duramente desacreditada: volverse más transparente y  austera.

En México, otro gallo nos canta. Aquí cualquier subsecretario se regodea con más escoltas (más prepotentes) que las del mismísmo rey de España. Nuestras instituciones, podrán opinar algunos, son todavía más rancias e inescrutables. Quizás, los políticos mexicanos sean ejemplarmente cínicos. Ni siquiera se toman la molestia de dar explicaciones, que bien nos merecemos. Tampoco hacen el menor intento de ser más discretos o menos gastalones a expensas del erario. ¿Transparentes? Eso es para las ventanas…